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lunes, 1 de marzo de 2010

-- NARIÑO > Café

Dulce café de Nariño

Foto: Archivo particular. En seis años, los indígenas y campesinos de varias veredas del departamento de Nariño sembraron 100 hectáreas del café denominado 'De altura'.
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Representantes de los caficultores nariñenses llegaron esta semana a Bogotá para promocionar uno de los cafés con mayor calidad del mundo, del que dependen 33.000 familias campesinas e indígenas.
Sólo cuando vieron a sus hijos de diez años con revólveres al cinto, borrachos y con los bolsillos hinchados por los fajos de billetes, los líderes del resguardo indígena de Aponte entendieron que el asunto de la amapola estaba a punto de destruir a la comunidad.

De las casi 300 casas del resguardo, unas 50 se habían convertido en cantinas. Entre rancheras y música de despecho, estos locales vendían más de 200 millones de pesos de trago durante un fin de semana, según los datos de las autoridades indígenas.

Por las escasas calles de Aponte caminaban docenas de forasteros, incluso mexicanos y brasileños, que arrendaron tierras a los indígenas y se dedicaron a los cultivos ilícitos. "Había unas 10.000 hectáreas de amapola en todo el resguardo. Las siembras iban desde los patios de las casas hasta la cordillera", dice José María Janamejoy, uno de los líderes de esta comunidad de las montañas de Nariño.

La bonanza, además, atrajo como moscas a guerrilleros, paramilitares y matones de grupos de narcotraficantes. Durante trece años, entre 1990 y el 2003, el desmadre fue total. Los recién llegados preñaron a docenas de jovencitas indígenas y les quitaron las mujeres a los que se descuidaron; nadie volvió a sembrar plátano o yuca y mucho menos a criar gallinas o cerdos. Todo, hasta las legumbres, lo compraban en Pasto, adonde llegaban por una carretera sin pavimentar que baja de la cordillera.
El resguardo de Aponte iba hacia el abismo cuando nombraron como gobernador (máxima autoridad del resguardo) a Hernando Chindoy, un joven que comenzó a promover acuerdos con el gobierno para que los apoyara en el montaje de proyectos productivos, a cambio de que la comunidad erradicara voluntariamente la amapola.

Lentamente, Chindoy y los demás miembros del cabildo vencieron la resistencia de los cultivadores. Mediante proyectos respaldados por Familias en Acción y Familias Guardabosques, algunos indígenas ingas comenzaron a producir trucha y a sembrar café y frutales, cuenta José María Janamejoy.
El café, sobre todo, resultó una alternativa inesperada. Debido a su ubicación, a unos 1.800 metros sobre el nivel de mar, el resguardo presenta características óptimas para la producción del llamado café de altura, que sobresale por su calidad. En seis años pasaron de 20 a 100 las hectáreas sembradas de café en este resguardo, agrega Janamejoy, quien llegó a Bogotá el miércoles pasado con otros seis miembros de su resguardo.

Los siete representantes del territorio indígena de Aponte forman parte de una delegación de 30 dirigentes de nueve organizaciones campesinas e indígenas de igual número de municipios de Nariño, que arribaron a la capital para promover sus artesanías y, especialmente, el café pergamino seco.
Jairo Rebolledo Rengifo, asesor de la gobernación de Nariño, dice que el viaje de los campesinos forma parte de un proyecto ideado por el primer mandatario de ese departamento, Antonio Navarro Wolff, que busca, entre otras cosas, el reconocimiento de la marca del café de Nariño como el de mejor calidad en Colombia, y el fortalecimiento de las técnicas y capacidad de procesamiento del grano para que el caficultor incremente sus ganancias.

Adicionalmente, el proyecto tiene la intención de promover en Colombia una cultura del café, como Francia la tiene del vino. En otras palabras, es enseñarles a los colombianos a degustar un café de calidad y no conformarse con la bebida preparada con la pasilla (grano sobrante) y con cafés de escasa calidad.
Antes de comenzar a hablar de la calidad del café de Nariño, Rebolledo Rengifo hace una pausa y luego intenta explicar con palabras algo que solo le corresponde al paladar. El café de Nariño, dice, tiene una taza limpia que permite catar el sabor; una acidez media-alta que les encanta a los estadounidenses y europeos, un grado de dulzón acaramelado, un cuerpo equilibrado y un aroma consistente. Además, debido a que la planta absorbe los aromas del ambiente, el café de Nariño puede llegar al consumidor con tenues sabores a naranja, manzana o mora.

El convencimiento de los nariñenses de que poseen un grano de excelente sabor está respaldado por numerosos premios obtenidos en concursos mundiales de cafés de calidad, como la Taza a la excelencia, que los caficultores de ese departamento han obtenido en cuatro oportunidades.
La preocupación de la Gobernación de Nariño por fortalecer el mercado para el café se debe a que unas 33.000 familias minifundistas de ese departamento derivan su sustento de ese cultivo, además de docenas de recolectores y transportadores.
Entre ellos figuran los 56 campesinos del Grupo Asociativo Dulce Café, de seis veredas de Sandoná, un municipio ubicado en las faldas del volcán Galeras.
Moisés Enriquez Martínez, representante legal de esa organización, dice que guardan la esperanza de que su visita a Bogotá les sirva para abrir nuevos mercados para el Dulce Café, el cual procesan con una tostadora que compraron de segunda por 49 millones de pesos y que pagaron con ayudas de la Gobernación de Nariño y de la Alcaldía de Sandoná. El resto lo cancelaron con bultos de café.
Los indígenas del resguardo de Aponte guardan una expectativa similar. Esperan que su producto, el café Kusny awanigmanda (café de altura), se comience a vender en algunos supermercados de cadena.
Para ellos, el rimbombante tema de la conquista de nuevos mercados puede verse reducido a un asunto de vida o muerte. De la rentabilidad que los cultivos lícitos les dejen a los indígenas, depende que a estos no los pique la tentación de sembrar de nuevo amapola y ver de nuevo a sus escolares con revólveres bajo la camisa, convertidos en imberbes proveedores de los narcotraficantes.

Por JOSÉ NAVIA
Info. enviada por Edgar González R
Prensa de la Gobernación de Nariño, Colombia
Para: IPITIMES.COM /NEW YORK.

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