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viernes, 23 de abril de 2010

-- Juan Montalvo > Homenaje 23 Abr 2010-1


JUAN MONTALVO

HOMENAJE


JUAN MONTALVO EN IPIALES
HISTORIA, DATOS,..

Los cuatro hijos colombianos

Germán Arciniegas, historiador colombiano, afirmó que Montalvo y la ipialeña Pastora Hernández hicieron el amor “en la hierba, bajo los árboles, cerca del río que suena tan bueno, que murmura tan sabroso”. Fernando Jurado, investigador ecuatoriano, insinúa que por el contrario todo sucedió en la casa de ella durante algunas visitas que a menudo realizaba.

Lo único que se sabe es que nueve meses después, el 7 de febrero de 1873, Pastora tuvo un hijo que en Ipiales lo llamaron Adán Montalvo, pero que aparece en los registros de bautismo solo con el apellido materno, acompañado de una advertencia que lo señala como “hijo de madre soltera”.

Adán fue el primero de los cuatro hijos que tuvo Montalvo durante sus estadías en Ipiales, a donde llegó en abril de 1869, huyendo de las amenazas de muerte que le lanzó García Moreno.

La casa que le servía de refugio tenía un gran patio donde permanecía en completa soledad durante buena parte del día. Una tarde, el dueño de la casa fue a buscarlo para avisarle que la cena estaba servida.

La imagen que presenció quedó grabada en su recuerdo y la transmitió a sus descendientes, hasta que llegaron los biógrafos y la divulgaron por el mundo. Montalvo estaba arrodillado bajo un árbol marchito, llorando a gritos mientras se arrancaba sus alborotados cabellos en un gesto de desesperante locura.

Su regreso a Ipiales

Sólo estuvo tres meses en Ipiales. Eloy Alfaro le envió el dinero para que se embarcara a París. Un año después, en noviembre de 1870, regresó a Ipiales. Esta vez llegó cargado de gloria. Era un escritor aplaudido por la crítica, su palabra ejercía una fuerte influencia política en Ecuador, vestía trajes impecables confeccionados a su medida, dominaba la fina delicadeza de los aristócratas y hablaba de Europa como algo menor.

Pastora Hernández, la mujer humilde que se encargaba de lavar sus trajes, quedó deslumbrada. García Moreno, al enterarse que Montalvo esperaba un hijo colombiano, atacó de nuevo. Financió folletos ofensivos que aparecieron publicados en Ambato y Guayaquil. La esposa de Montalvo y sus amigos, a excepción de Eloy Alfaro, no le enviaron más dinero. Su vida empezó a oscurecerse nuevamente.

Pastora desapareció unos meses después de tener a Adán. Entonces, Montalvo viajó a Potosí, un pueblo cercano a Ipiales, donde trabajó como abogado empírico para remediar su situación económica. Ahí conoció a Elvira Terán, la mujer que le daría su segundo hijo colombiano: Jorge Montalvo Terán, el único que fue registrado por su padre, pero casualmente fue también el único que en el futuro se avergonzaría de su origen.

Montalvo regresó a Ipiales. Eran tiempos en que sólo comía habas y tomaba café que él mismo preparaba. No recibía nada por orgullo y por temor a que lo envenenaran. Desde el atardecer se encerraba en su habitación, donde escribía sin descanso hasta el amanecer. Lo único que lo consoló por aquellos días fue el regreso de Pastora y su hijo Adán, quien permanecía llorando a gritos y cuando se calmaba empezaba a destruir todo.

Pastora otra vez quedó en embarazo. Tuvo una niña que fue llamada Visitación y que al igual que Adán aparece en el registro de nacimiento como “hija de madre soltera”. Pastora desapareció nuevamente. Nunca le dijo a su hija quién era su padre, pero ella al crecer se enteró de todo gracias a su devoción por la escritura y la lectura.

El 6 de agosto de 1875 García Moreno fue asesinado. Todo estaba listo para que Montalvo regrese con sus ideas de libertad, pero el invierno era riguroso y los caminos estaban tan malos que era imprudente viajar, pero lo que lo detenía en realidad era el amor. Montalvo acababa de conocer a Mercedes Acosta.

Era una mujer de clase, que ha leído a los románticos, que tenía aspiraciones literarias y que compartía las ideas revolucionarias de Montalvo. Con ella pasó las mejores tardes de Ipiales conversando sobre escritores y haciendo planes para aplicar sus ideas de igualdad social.

Su muerte

A finales de mayo de 1876 regresó a Ecuador para cumplir sus sueños, pero una nueva dictadura se lo impidió. Ignacio Veintimilla estaba en el poder. El 30 de agosto de 1879, después de tres años de ausencia, a los 47 años de edad, regresó a Ipiales. Mercedes, que lo esperaba con fidelidad, quedó en embarazo y a mediados de 1880, Montalvo tuvo el cuarto y último hijo colombiano.

Era un niño que desde siempre manifestó su inconformidad con la realidad, pero que tuvo que mantener oculto su origen paterno para no mancillar el honor de su prestigiosa familia.

Montalvo intentó sublevarse desde Ipiales con hombres armados, pero fracasó y debió partir nuevamente hacia Paris, donde encontró la muerte un 28 de enero de 1889. Sus últimas cartas expresan una profunda nostalgia por Ipiales, pero en ninguna de ellas menciona a sus hijos colombianos.

Historia
Los hijos de Montalvo

Adán, el primero, despareció de Ipiales a sus 47 años. Siempre fue recordado como un hombre extraño que a ratos lloraba inconsolablemente arrancándose el cabello y otras veces permanecía con una mirada de loco que generaba temor en las personas.

Jorge Montalvo, el segundo hijo, concebido en Potosí, salió adelante por sus propios medios y se convirtió en uno de los abogados más prestigiosos y mejor vestidos de Nariño. Un profundo orgullo lo llevó a quitarse su apellido paterno, y se puso el nombre de Jorge Coral Samper, el primer apellido es el de su padre adoptivo, el segundo es una expresión francesa que en español significa “sin padre”.

La tercera hija de Montalvo, Visitación, hermana de Adán, mostró desde niña una fascinación inexplicable por los libros. Un día, a sus 22 años, en 1897, llegó a sus manos de casualidad un libro de Montalvo que devoró inmediatamente. Leyó entonces las demás obras de este escritor y empezó a descubrir situaciones que estaban ligadas a su pasado. Investigó con sus familiares y descubrió que no había elegido su pasión por la literatura. En realidad la había heredado.

El último hijo de Montalvo, que nació del profundo amor que sintió por Mercedes Acosta, se convirtió en un gran militar que luchó por la libertad en Ipiales y Tulcán. Pero hasta hoy su familia mantiene su nombre en secreto para evitar que todos se enteren que su padre le negó el apellido.

Donde hoy se encuentra el centro comercial Alkosto vivió durante varios años Montalvo. Era antiguamente la casa de la familia Burbano. Hoy hay dos placas conmemorativas que recuerdan este hecho.

Datos
Montalvo habla de Ipiales

Tomado de los libros “El Antropófago” y de algunas cartas

“En varias materias son cultos los hijos de Ipiales, en todas decentes, y en muchas son buenos. Mujeres hay que pudieran servir de modelo en ciudades ilustres, ora por las virtudes, ora por la maña y delicadeza con que gobiernan su casa. En cuanto a las señoritas, puesto que ya no puedo hacerme ermitaño, diré que en pueblo tan corto, no puede darse mayor número de mujeres donosas, bien traídas y agraciadas”.

“Podría yo ser imputado de parcialidad al hablar de Ipiales si todos supiesen el cariño profundo que abrigo por este pueblo”.

“Cinco años de destierro son para cualquiera cinco muertes: cinco años vividos en un destierro hermoso donde la mano de Dios está extendida sobre la naturaleza y los pocos hombres que la habitan, me enseñaron a quererla a esta Colombia, heroica por sus hechos, libre por su querer, clara por sus luces”.

1 comentario:

Fernando Andrés Muñoz-Miño dijo...

Estimado Administrador. Quisiera saber de que fuente ha conseguido dicha información. Le agradecería mucho que me remita alguna referencia, ya que tengo un interés personal en la genealogía de don Juan Montalvo.
Muchas gracias