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IPITIMES.COM® /NEW YORK, JUEVES, 16 DE SEPTIEMBRE DE 2010
PUNTOS DE VISTA
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DEL AMOR Y LA AMISTAD
Por Víctor Manuel González C.
En las relaciones humanas, la amistad y el amor tienen connotaciones diferentes. La amistad es amplia y generosa, sin posesión, no hay ataduras que impidan a una persona ayudar a los demás y animar, dar consuelo y fortaleza a quienes están en las cercanías de su alma. La amistad es esencialmente humana. Es decir, la amistad se da y se recibe solamente entre personas. "Amigos, amistad, esa sola virtud haría feliz a todo el género humano", exclama con entusiasmo el poeta.
En el amor, en cambio, hay muchas exigencias: hay egoísmos, exclusividades e imposiciones conscientes o inconscientes, y son muy variados los objetos receptores del amor. No solamente se ama a personas sino que también se realiza con singular dedicación en animales y cosas, en actividades, eventos, entelequias e ilusiones. Se ama al novio y a la novia, al esposo y a la esposa, al padre y a la madre, a los hijos y a los familiares pero también se ama a la patria, a la naturaleza, al viento y al mar, a la vida, a la buena vida, al trabajo y el ocio, al oro y al dinero, a las plantas, a la escuela, al maestro y al discípulo, a la ciencia y a las artes, a la poesía y la quimera.
Piense en las cosas que inquietan con ímpetu su corazón y, posiblemente, ellas inspirarán su amor pero no su amistad.
Son tantas las definiciones que se han dado y se dan sobre el amor que parece ya estar cubiertas todas las emociones y sufrimientos de los hombres. Sin embargo, cada amante tiene una nueva definición para su propio sentimiento. Aquí, les trascribo algunas impresiones de reconocidos literatos:
“Amor es creer que el cielo en un infierno cabe” (Lope de Vega)
“Todo en el amor es triste, más triste y todo, es lo mejor que existe” (Campoamor)
“Amor es quita-razón, quita-sueño, quita-bien, quita pelillos también...” (Moreto)
“El amor es la poesía del hombre que no hace versos, la idea del hombre que no piensa y la novela del hombre que no escribe” (Goncourt)
“El amor es el milagro de la civilización” (Sthendal)
La expresión del amor depende de la naturaleza del que lo vive, lo siente o utiliza. Cuando el amor sólo atiende lo material se desfigura, se cosifica, causa desesperanza y desazón, se vuelve hostil y se resuelve en violencia. Pero cuando se interrelaciona con la persona amada es un incendio espiritual cuyas delicias, padecimientos y misterios no dan oscuridad ni muerte sino luz y vida.
Otro poeta transformó el amor en sentimiento de la naturaleza:
Amor, dijo la rosa, es un perfume;
Amor es un murmullo, dijo el agua;
Amor es un suspiro, dijo el céfiro;
Amor, dijo la luz, es una llama.
¡Oh!, Cuánto habéis mentido
Amor, es una lágrima.
La amistad, en cambio, es un concepto ecuménico y sus resultados son universales y provechosos. Benavente decía: “Algo mejor andaba el mundo y andaban los hombres cuando la amistad tenía más importancia que el amor”.
La amistad, al igual que el amor, es una manifestación excelsa de la convivencia humana pero ella permite compartir con muchos, sin restricciones, mientras que el amor restringe la libertad en mayor o menor grado con el fin de asegurar la entrega.
Manzoni, en su clásica novela “Los Novios” explicaba que “uno de los más grandes consuelos de esta vida es la amistad, y uno de los consuelos de la amistad es tener a quien confiar un secreto”. En el amor, en cambio no puede haber secretos.
“Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos” (Juan, 15,13) “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Juan, I 5, 12). Son palabras eternas del Padre y Maestro del amor.
Estas frases bíblicas dejan comprender que Jesús no hizo distinción entre la amistad y el amor. Es decir, que en conjunción divina, el amor y la amistad tienen el mismo significado y expresan simultáneamente pasión y sentimiento, nobleza y vivificación.
La amistad y el amor son una sola expresión de la convivencia. Esto puede ser útil a todos, pues si usted no puede amar a sus enemigos, por lo menos puede cumplir el mandato divino haciéndolos sus amigos.
El amor es una condición propia de la naturaleza humana que para que se desarrolle y contribuya al bienestar de la sociedad requiere cultivo y educación tanto de hombres como de mujeres. Es una relación que se asimila a las de equivalencia, como las de la lógica matemática, y avanza en tres niveles de madurez.
Al principio, el amor es egoísta: sólo recae sobre nosotros mismos, sobre nuestras pertenencias, caprichos y manifestaciones. Es un amor en esencia reflexivo, de autosatisfacción, como el de los infantes, etapa que infortunadamente muchas personas no llegan a superar.
Con el tiempo, el amor se vuelca sobre otro pero exigiendo reciprocidad: te amo si tú me amas. Amo a Dios porque me ofrece el cielo, a mi madre porque me protege, a mi amante porque me da placer, a mis hijos porque son mi sangre, a mis alumnos porque recogen mi saber. En esta fase, aunque es más desarrollada, el amor aún no alcanza su plenitud.
Con la educación, el amor madura, el juicio y la comprensión lo elevan hacia otros seres, se vuelve trascendente. Entonces el individuo supera el egoísmo, la sola conveniencia mutua y se convierte en persona capaz de amar a sus amigos, aún a sus enemigos, sin pedir retribución a las personas que ama.
El amor así es transitivo y configura la tercera y última fase de una relación fecunda que permite amar a través del otro, como el padre que ama a los hijos porque ama a la madre o como el Padre Eterno que ama al Hijo por intermedio del Espíritu Santo. Este amor trascendente facilita comprender y servir a la sociedad, se realiza en la solidaridad y transmite a la persona los vínculos espirituales para trascender hacia Dios.
De: Víctor Manuel González C.
E-Mail: oficinadelegadadenarino@yahoo.com
Ingeniero Geógrafo.
Magister - Educador.
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